9/25/2007

"El noviazgo, el sexo y vos"

(http://blog.lideresjuveniles.com)
Author: Isaac Zapata C
Presidente Y Fundador
Extreme Ministries International

A continuación, expondré este tema, con sumo cuidado, tratando dar una respuesta a aquellos jóvenes que están un poco confundidos, con respecto a este particular, tan sonado últimamente en nuestras congregaciones, comunidades y vida social de los jóvenes.

Este tema esta divido en 3 secciones:

Noviazgo:
• Bases para un noviazgo
• Consejos Prácticos

El sexo en el noviazgo:
• Punto de vista
• Mandato De Dios Para El Matrimonio

Vos vales oro:
• Autoestima
• Sanidad
• Promesas

Citas Bíblicas De Referencia:
• 1 Corintios 13:4-7
• 1 Corintios 6:18
• Hebreos 13:4
• Proverbios 28:13
• Proverbios 28:14
• Proverbios 26:23

Recursos Usados:
La Biblia
Manual De Guerra Espiritual Del Doctor Ed Murphy
Es Tiempo De Atreverse De Michael W. Smith
Desarrollo Y Opinión Personal

NOVIAZGO:

Se puede traducir como la unión prematrimonial de dos personas, para conocerse, comprenderse y quererse.

Sin embargo lamentablemente, el concepto de noviazgo, se ha tergiversado a lo largo de los años, pasando de ser una relación de verdadero amor y respeto, a una relación de puro interés, satisfacción propia y de sexo.

Imagina que tienes en tus manos algo valioso, que quieres mucho y que es muy frágil ¿lo colocarías sobre una mesa de tres patas que tenga una de ellas rota?, Seguro que no. Pues tú noviazgo es como esa mesa, con tres pilares: Atracción química, afinidad intelectual e intimidad emocional, sobre ella colocarás a tu pareja, tu familia, tus amigos y a ti mismo (a) y que sólo depende de tu buena elección su estado.

Veamos: la atracción química es el gusto hacia esa persona, su físico, sus gestos, su forma de vestir. La intimidad emocional es un compartir de ideas, proyectos, es conocer a esa persona con sus virtudes defectos y aceptarla tal y como es, y la afinidad intelectual es la más fácil. Verás, con tu pareja has de conversar, juntos han de trazar planes futuros de trabajo, hijos, hablar de religión, problemas sociales, de los amigos y cuando las ideas no son afines llega el momento en que uno rechaza al otro y se separan, lo mismo pasa cuando no aceptas los defectos de tu pareja y crees que se los podrás cambiar, o cuando te da pena salir con tu novio (a) porque es cojo(a) o le falta un diente, estás poniendo a esa persona sobre una mesa donde se podría caer, te estás colocando tu también y estás colocando sobre ella a todos los que te quieren.

Por tanto cuando elijas a tu novio (a) no te quedes en los aspectos externos, fíjate en las cualidades del corazón (comprensión, espíritu de trabajo, capacidad de diálogo, religiosidad).

Si bien es cierto todo esto, quiero resaltar algunos aspectos importantes, a nivel moral para que te pongas águila, escogiendo a la persona adecuada para ese noviazgo tan soñado y esperado.
El noviazgo es una llamada de Dios a vivir el amor en su dimensión humana y cristiana. Un amor que no es egoísmo.

Un amor que se traduce en respeto, generosidad, servicio y sacrificio
Es muy común hoy en día que una persona se te acerque con intensiones de conocerte, máxime si sos un tipo muy guapo o una tipa muy guapa, pero ¿realmente esa persona busca conocerte para un fin común como un noviazgo?

Bueno la respuesta es quizás ¡NO!, porque desgraciadamente ya los valores sociales, morales y religiosos han sido substituidos por los deseos egoístas del ser humano, los cuales buscan su autosatisfacción, aprovechándose de las oportunidades que personas comunes y corrientes como vos, le puedan brindar a este tipo de personas, que lo único que buscan es hacer el mal, esto por causa de una baja autoestima, frustraciones, incapacidad de aceptarse tal y como es, o peor aún, ver que tan capaz es en frente de los amigos (as), al tratar de conquistar a cuanta mujer u hombre quiera, y llevarlos a la cama.

Hace unos meses atrás, una joven de la Argentina nos escribió, a nuestro correo electrónico, pidiéndonos algún tipo de consejo, ya que no soportaba más la situación que estaba pasando, con un joven que apenas llevaba conociendo, ella nos dijo, "Mi chico con el que estoy, saliendo, es como si no existiera, sólo me manda correos electrónicos, casi nunca nos vemos, el dice, que me ama con todo el corazón, sin embargo ha hecho cosas, que me han dejado asombrada y desilusionada a la vez, sin embargo es como si el me tuviera hechizada, no lo puedo sacar de mi mente, inclusive ya varias veces me ha dicho que me vaya con él a su apartamento en Mendoza, ya que el quiere mostrarme que me ama con todo el corazón, pero a la vez siento como si el quisiera otra cosa de mi parte, la cual siempre, pues he tenido muchas reservas acerca de la oportunidad de cuando llegue ese momento clave de tener intimidad en la relación de pareja. Yo se que debo de tratar de llegar virgen al matrimonio, pero es que temo perderlo a él, pero me es difícil negarme a darle lo que quiere, porque es insinuación tras insinuación, y engaños tras engaños, a veces pienso que el tampoco me esta siendo fiel, por favor, necesito un rayito de luz en esta oscuridad que tengo en mi corazón y mente"

Increíble verdad, todavía existen personas que te ofrecen el cielo, las estrellas, El Gran Cañón del Colorado e inclusive ¡¡¡todas las joyas del mundo!!!!!

Absolutamente creo que el caso de nuestra amiga de Argentina, es un caso típico de abuso sentimental, en donde la persona que quiere hacer el daño, comienza a explotar esa área sentimental en la otra persona, hasta calar en lo mas profundo de sus entrañas, dejándola absolutamente tonta o tonto, y así aprovecharse de ella o él.
Estas personas se pueden catalogar como muy buenas comunicadoras, o sea, tienen muy buena hablada y poder de convencimiento, a tal punto que a pura hablada se llevan a un chico o chica, ¡entre las patas!

Retomando el caso de nuestra amiga Argentina, le recomendé lo mismo que te voy a recomendar a vos, a continuación:

1- Un novio (a), que realmente te ame, no te va a engañar con mentiras: por sólo poner un ejemplo, digamos que se quedaron de ver en algún lugar, se citaron a las 8 de la noche, vos llegas puntual y con muy buena presentación personal, le das unos 10 minutos, y le llamas; él o ella no te contesta el teléfono, bueno le dejas el recado en la grabadora de mensajes, sigues y sigues esperando y nunca llegó, al día siguiente te llama para disculparse y te dice que no pudo llegar porque se le complicó, debido a que tenía que hacer unas horas extras urgentes en el trabajo. Bueno se citan otra vez, para esa noche, vas al lugar pactado, esperas una hora y llamas a ver que paso ahora. Resulta que cuando llamas te contesta una voz que no esperabas y te dice que él o ella no te puede atender porque esta ocupado trabajando otra vez, ¿como te pondrías vos? ¡Te lo dejo a tu imaginación!

2- Un novio (a) siempre debe de ser fiel y sincero (a): Imagínate que un día cualquiera vos vas con tu pareja por el parque central y llega alguien muy afectuosamente a saludarlo (a), y le dice a tu novio (a), y que ¿cuándo repetimos una fiesta como la de ayer? Y vos le dices, mi amor ¿cuál fiesta? Él o ella responde: ¡Mi amor la que siempre hacemos en el brete todos los viernes! Y vos le decís: ¿Cuál viernes mentiroso (a)? ¡Si ayer fue sábado, infeliz! O peor aún, la ves o lo ves saliendo de un restaurante de la mano de otro u otra y con un buen beso en el cuello, que hasta quedó marcado, y vos llegás y le reclamas y él o ella te dice: ¡Uy mi amor que bien que te encontré ya te iba a llamar para ver en dónde estabas para presentarte a mi amiga (o)… Lo demás te lo dejo a tu imaginación…

3- Un novio (a) maduro (a), no va a querer que la relación se base sólo en relaciones sexuales: Cuando alguien realmente te ama, esta persona renuncia a sí misma, y no le importa otra cosa más que estar contigo y compartir sanamente. No te hace insinuaciones raras o propuestas indecorosas, esta persona te dará todo su amor real, fiel y verdadero, y ahí es cuando vos vas a sentirte realmente lleno o llena en una relación de noviazgo, porque el verdadero amor, ¡hecha fuera al temor! Ahora mira lo que dice la Biblia:

"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." 1 Corintios 13:4-7

Ahora espero que así como a nuestra amiga argentina, esto le sirvió, a vos también te haya servido. En el caso de ella, reconoció que su relación de noviazgo iba mal encaminada, y por ello decidió terminar con el novio. Ella nos comentó en otro correo electrónico, que ahora esta más tranquila y que le esta pidiendo mucha paciencia y sabiduría a Dios para encontrar un novio que la quiera de verdad por lo que ella es y no por su físico u otros intereses de por medio.

EL SEXO EN EL NOVIAZGO:
Entre otras cosas, el amor no hace "NADA INDEBIDO.." y "TODO LO ESPERA". Cuando se practica el sexo fuera del matrimonio, las personas muestran que no tienen paciencia; y al no ejercitar la paciencia que caracteriza el amor verdadero, están haciendo lo "indebido".

"Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo." 1 Corintios 6:18

Mira amigo (a), el sexo Dios lo hizo con un propósito muy claro, el cual es, su disfrute, a su máxima expresión, hasta llegar al climax; pero eso sí, aclaro, dentro del matrimonio. Y te preguntarás ¿por qué dentro del matrimonio y no dentro del noviazgo?

Bueno, te lo pongo así, digamos, ¿vos has visto cuando un perro anda atrás de una perrita en celo? Me imagino que si, ¿verdad? Bueno este pobre perro tiene que superar un aterro de obstáculos para ver si acaso llega a completar el coito con la perrita callejera. Y digamos que este perro logra su meta y llega todo "happy" por haber terminado bien su trabajo. Este, aparte de quedar con la lengua afuera por el cansancio de haber mordido y quitado a los otros 150 perros que andaban también atrás de la diva perrita callejera, ¿vos no crees que a este pobre perro, ¿también se le pegaron las pulgas de la perrita? La respuesta es SÍ, también salió bien empulgado el pobre animal.

¿Que quiero ilustrar con este ejemplo? Mira es simple, cada vez que vos tengas relaciones sexuales fuera del matrimonio, pues las pulgas de las otras personas se te van a pegar a vos también.

Tener relaciones sexuales, para muchos que las practican, es como un jueguito, cuyos requerimientos y accesorios son: una supuesta loca pasión por tu pareja, una cama (no necesariamente matrimonial), traje de Adán y Éva y para animar el ambiente, unas velas de olores con unos traguitos. Pues te digo que NO es un jueguito el tener relaciones sexuales. NO es un juego.
De hecho, ¿sabías que cada vez que tienes una relación sexual con una persona conocida o desconocida, le estas entregando una parte de vos, a nivel moral, sentimental y espiritual? Así es, porque cuando intimas con una persona en la cama, una parte de lo que sos es automáticamente transferida a la otra y viceversa.
Como el ejemplo del perro y las pulgas, al entregarte a ella o él y darte cuenta que no era realmente lo que esperabas, sientes el impacto del yunque marca ACME del coyote de la Warner Brothers en el corazón. Más tarde llorarás desconsoladamente, pidiendo restauración urgente en tu vida.

Por eso la palabra de Dios, nos dice que disfrutemos del sexo, pero en el matrimonio, ya que eso sí es de Dios. Recuerda que Dios todo lo hace perfecto, pero por desgracia, somos nosotros los que siempre la volamos constantemente.

Por eso, una persona que quiera tener solamente sexo con vos, en lugar de una relación verdadera de noviazgo, no vale la pena. Así que mejor aléjate de él o ella y pídele a Dios dirección y sabiduría para saber escoger mejor a tu futura pareja. La palabra de Dios nos recuerda algo muy importante:

"Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales". Hebreos 13:4

VOS VALES ORO:
Quizás nunca te han dicho, que vos sos una persona muy valiosa, tanto para todos tus allegados, familiares, y en especial para Dios.
Amigo (a), nadie tiene derecho a tratarte mal, a irrespetarte, a despreciarte o jugar contigo, porque sos un ser humano y luego una creación hecha a la imagen y semejanza de Dios.

Sos una persona muy valiosa, no te dejes engañar por aquellos que te dicen que no vales ni un centavo, o por los que tratan de engañarte para satisfacción propia.

Vos tienes la última palabra. Vos podes evitar que sigan jugando contigo. Es cuestión de sentarse, pedir dirección de Dios y pararse en la brecha, y decirle un NO rotundo a esas personas que tratan de robar un poco de tu vida.

Sabes, como vales mucho, si ya has cometido algún tipo de pecado sexual, Dile a Dios que te perdone, pero de manera humilde y de corazón. Recordemos las promesas que encontramos en la Biblia:
"Al que disimula el pecado, no le ira bien; pero el que lo confiesa y lo deja, será perdonado" Proverbios 28:13

"Dichoso el hombre que honra siempre al Señor; pero el terco caerá en la desgracia" Proverbios 28:14

Ahora bien amigo (a), si aún no has cometido algún pecado sexual, dale gracias a Dios por ello, y confía en que ÉL tiene a alguien muy especial con quien casarte y llegar a compartir en la intimidad. Así que te insto a que recuerdes que Dios te ama y quiere lo mejor para vos en tu vida.

Termino con estas palabras muy sabias, que se explican por sí sólas:
"Baño de plata sobre olla de barro son las palabras suaves que llevan mala intensión" Proverbios 26:23
(Traducción al español: No todo lo que brilla, es oro)

¡¡¡Bendiciones!!!

Nunca Más


-Nunca Más confesaré que No puedo porque todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13).
-Nunca Más confesaré pobreza, porque mi Dios suplirá todo lo que me falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19).

-Nunca Más confesaré temor, porque Dios no me ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7).

-Nunca Más confesaré duda y falta de fe, porque Dios ha dado ha todas sus criaturas la medida de fe (Romanos 12:3).

-Nunca Más confesaré debilidad, porque Dios es la fortaleza de mi vida (Salmos 27:1). y el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará (Daniel 11: 32) .

-Nunca Más confesaré que el enemigo gobierna mi vida, porque mayor es el que esta en vosotros, que el que esta en el mundo (1 de Juan 4:4).

-Nunca Más confesaré derrota, Dios siempre me lleva en triunfo en Cristo Jesús (2 Corintios 2:14)

-Nunca Más confesaré falta de entendimiento, porque Dios ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría (1 Corintios 1:30)

-Nunca Más confesaré enfermedad porque por su llaga fui curado (Isaías 53:5) y Jesús mismo tomó mis enfermedades y llevó mis dolencias (Mateo 8:7) .

-Nunca Más confesaré pesares y frustraciones, porque estoy echando toda mi ansiedad sobre el, porque el tiene cuidado de mí (1 Pedro 5:7). Con Cristo, estoy libre de preocupaciones.

-Nunca Más confesaré esclavitud, porque el Señor es el Espíritu y donde está el Espíritu del Señor ahí hay libertad (2 Corintios 3:17) Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo

-Nunca Más confesaré condenación, porque no existe la condenación para aquellos que están en Cristo (Romanos 8:1) Yo estoy en Cristo, por lo tanto estoy libre de condenación.

9/24/2007

Los escépticos y sus preguntas


¿Cómo deberíamos manejar las preguntas y objeciones acerca de la fe que nuestros amigos pudieran plantearnos? A partir de su valiosa experiencia el autor ofrece las respuestas a las siete inquietudes más comunes de los escépticos. (por Rusty Wright)

En un vuelo, tuve la oportunidad de conversar largo y tendido con Aimee, una empresaria francesa. Aimee me preguntó a qué me dedicaba a lo que respondí tranquilamente que era conferencista cristiano. Ella entonces me contó que en una ocasión había firmado un contrato con un cristiano declarado que intentó presentarle a Cristo, pero que, al mismo tiempo, trató de engañarla con lo acordado. «¿Cómo puede un cristiano querer engañar a otro?», —preguntó.

Le respondí que los cristianos no somos perfectos, algunos fracasan miserablemente en el cristianismo, muchos otros son sinceros y se preocupan por los demás, pero que, al final, Jesucristo era el único en el que se debía confiar. Aimee entonces me preguntó: «¿Cómo puede usted creer lo que dice la Biblia? ¿Por qué los cristianos afirman que existe solo un camino para llegar a Dios? ¿Cómo puede uno convertirse en cristiano?»

Traté de responder con tacto a todas sus inquietudes y explicarle el mensaje de la gracia tan claro como me fuera posible. Compartí algunas historias sobre mis luchas personales que aparentemente la hicieron considerar el amor que Dios le tenía. Aunque no se convirtió a Cristo en ese encuentro, pareció que sí se marchaba con una nueva percepción del cristianismo.

En todo lugar, existen personas heridas que necesitan a Dios y muchas desean conocerlo personalmente pero antes necesitan evacuar sus dudas para poder aceptar a Cristo como su Salvador. A medida que respondamos sus interrogantes y la gracia se una a la verdad, más y más escépticos estarán dispuestos a escuchar y convertirse de una vez por todas o por lo menos aceptarán conocer más de él. Eso fue justamente lo que me ocurrió.

Durante mi adolescencia, intenté vivir una vida que complaciera a la gente y a Dios. Pero con el tiempo más bien casi me expulsan de la secundaria por algunos problemas que yo mismo ayudé a generar. Tiempo después le di una pausa a todas mis investigaciones sobre el cristianismo. Adolorido y enojado me preguntaba: «¿Por qué Dios? ¿Por qué permites que esto me pase si yo he procurado toda mi vida complacerte?»

Más tarde, durante mi primer año universitario, conocí a varios estudiantes que formaban parte del ministerio Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo. Ellos me ayudaron a comprender que el perdón de Dios era como un regalo por el cual yo no necesitaba pagar nada. Me aceptaron y me amaron a pesar de mis implacables preguntas.

Aún después de creer en Jesucristo como mi Salvador, me seguían asaltando algunas preguntas. El director local de la Cruzada se interesó mucho en mí y aunque al principio sus respuestas me irritaban, después de meditarlas empezaba a encontrarles mucho sentido. Durante dos años lo seguí prácticamente a todas partes y lo observaba cómo interactuaba con personas que no eran cristianas. Hoy, al tratar con personas inquisitivas, les explico tal y como lo aprendí de mi mentor.

«Te tengo una pregunta…»

¿Cómo deberíamos manejar las preguntas y objeciones acerca de la fe que nuestros amigos pudieran plantearnos? Primero debemos establecer ciertas directrices, orar y pedir sabiduría. Pidamos a Dios que nos ayude a amar a nuestros interrogadores (Romanos 9.1–3), y al Espíritu, que vaya trabajando en sus corazones. Si piensa que la ocasión es apropiada para compartir el evangelio, entonces… ¡adelante!, pero sea breve. El Espíritu Santo es el que convence a sus amigos de que acepten a Cristo, así que no intente acelerar ese proceso ni obligarlos a tomar alguna decisión.

Algunas preguntas son cortinas de humo intelectuales. En una ocasión un profesor de filosofía me lanzó una serie de preguntas que traté de responder lo mejor que pude. Luego le pregunté: «Si pudiera responder satisfactoriamente a todas sus interrogantes, ¿le entregará su vida a Jesús?» Como respuesta me dio un rotundo no.

No tengo la respuesta a cada una de las dudas y consultas con las que usted se enfrentará, no obstante, sí deseo compartirle algunas que me han formulado y su respectiva respuesta:

1. ¿Por qué existe el sufrimiento y la maldad?

Sigmund Freud definió la religión como una ilusión que los humanos inventaron para satisfacer sus necesidades de seguridad. Para él, no era lógico que existiera un Dios benevolente y todopoderoso y, al mismo tiempo, azotaran los desastres naturales y la maldad humana. Dios es soberano pero nos da la libertad de seguirlo o rechazarlo. Esta respuesta no contesta a todas las preocupaciones de la persona (porque Dios sí interviene en algunos casos para frustrar ciertas maldades) pero sugiere la idea de que el problema de la maldad no es la barrera intelectual que esa persona posee para no creer sino que va más allá.

No obstante, la barrera emocional del dolor permanece imponente. Jesús entiende lo que es el sufrimiento porque él mismo fue rechazado, golpeado y cruelmente ejecutado, cargó la culpa de nuestras rebeliones en contra de Dios (Isaías 53:10).

Cuando esté cara a cara ante Dios, le presentaré mi larga lista de preguntas que incluirá un doloroso divorcio no deseado, traiciones por parte de compañeros en quienes confiaba, todo tipo de desilusiones por parte de otras personas y hasta desastres naturales. No obstante, en la vida de Jesús, en su muerte y resurrección he visto suficiente para seguir confiando en él cuando recuerde que «para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien» (Romanos 8.28, versión Biblia de las Américas).

2. ¿Y cómo explicar todas las contradicciones que aparecen en la Biblia?

Pídale a su interrogador que le provea algunos ejemplos, ya que a menudo la gente no tiene ninguno, pero usan ese rumor como argumento. Si le comparte algún ejemplo en específico, entonces tome en cuenta estas ideas conforme vaya respondiendo.

  • La omisión no necesariamente señala una contradicción. Lucas por ejemplo indica que después de la resurrección había dos ángeles en la tumba de Jesús (Lucas 24.1–9), Mateo menciona que un ángel habló a las mujeres (28.1–8). ¿Es esto una contradicción? Si Mateo hubiera afirmado que solo había uno en la tumba, entonces el relato sonaría discorde, pero tal y como aparece en la Biblia estos dos pasajes pueden complementarse.
  • Los relatos que difieren no necesariamente son contradictorios. Mateo y Lucas, por ejemplo, difieren en sus relatos sobre el nacimiento de Jesús. Lucas inicia su relato en Galilea, en la ciudad de Nazaret, donde José y María residen; y luego explica la razón de su viaje a Belén (el lugar de nacimiento de Jesús), y más adelante relata su regreso a Nazaret (Lc 1.26–2.40). Mateo, por su parte, inicia su relato directamente con el nacimiento de Jesús en Belén, luego menciona el viaje que hizo la familia a Egipto para escapar de la furia del Rey Herodes y cuenta que regresaron a Nazaret hasta después de la muerte de Herodes (Mateo 1.18–2.23). Los evangelios no pretenden ser registros exhaustivos, más bien los evangelistas necesitaron ser selectivos, así que los relatos en vez de ser contradictorios son complementarios.

Como el propósito de este artículo no es hablar sobre las «contradicciones» supuestas de la Biblia, no comparto más ejemplos. Pero si usted debe enfrentarse a esta cuestión, le recuerdo que la lógica, la historia y la arqueología en vez de resaltar esas «contradicciones» más bien confirman los datos e historias presentes en las Escrituras. Al estudiar y analizar la Biblia, más bien se confirma su confiabilidad y credibilidad.


3. ¿Qué ocurrirá con aquellas personas que nunca escucharon sobre Jesús?

El perfecto amor de Dios y su justicia excede por mucho nuestro entendimiento. Cualquier decisión que él tome será la más justa y amorosa para con esas personas. Un amigo me dijo una vez que muchos que se formulan esa pregunta buscan alguna escapatoria, alguna excusa para no necesitar creer en Jesucristo. C. S. Lewis en su libro Mero cristianismo escribe: «Si una persona está preocupada por las que no son cristianas, lo más irracional sería que esa persona se mantenga alejada del cristianismo.» Si el cristianismo es verdadero, la conducta más lógica de una persona que está preocupada por aquellas que nunca han oído las buenas nuevas sería confiar en Cristo e ir y anunciar el mensaje de salvación.

4. ¿Cómo es posible que Jesucristo sea el único camino a Dios?

Una vez escuché a un graduado de mi secundaria confesar que había encontrado a Cristo mientras estudiaba en la universidad. Respeté su decisión y tacto y escuché atentamente todo lo que compartió, pero lo único que le resultaba imposible de digerir era la afirmación de Jesús «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino es por mí» (Juan 14.6). Dos años después, mi peregrinaje espiritual e intelectual habían cambiado mi forma de percibir el cristianismo. La lógica que me hizo aceptar (aunque al principio de mala gana) esta afirmación abarcaba las siguientes tres preguntas:

  • Si Dios es real, ¿sólo existe un camino para llegar a él? Si era una persona de mente abierta, tenía que admitir esta posibilidad.
  • ¿Por qué debo considerar a Jesús como el único que puede ser ese camino? Sencillamente porque él lo afirmó. Su plan de salvar a la humanidad («porque por gracia sois salvos por medio de la fe… no por obras» Efesios 2.8–9) es distinto al de todas aquellas religiones que afirman que para alcanzar salvación es necesario cumplir con ciertos requisitos. Estos dos tipos de sistemas son totalmente excluyentes uno para con el otro. O ambos son falsos o uno de ellos es verdadero pero nunca los dos podrán ser verdaderos.
  • ¿El plan de Jesús es verdadero? La evidencia histórica de su resurrección, las profecías cumplidas, su deidad, la fiabilidad del Nuevo Testamento me convencieron de que podía confiar en sus palabras.


5. ¿Es el cristianismo tan solo una «muletilla psicológica»?

El director de la cruzada a menudo argumenta «Si el cristianismo es una muletilla psicológica, entonces Jesucristo vino porque había una epidemia de piernas rotas.» El cristianismo afirma suplir necesidades humanas reales como el perdón, el amor, la identidad y la autoaceptación. Podríamos describir a Jesús no como una muletilla sino como un pulmón de acero, esencial para la vida.

La fe cristiana y sus beneficios pueden describirse en términos psicológicos pero eso no niega su validez. La veracidad del cristianismo es tan evidente que por eso ayuda a tantos millones de personas alrededor del mundo.

6. «La verdad es que nunca podré dar ese salto de fe requerido para creer en Cristo.»

Todos los días la gente vive ejerciendo fe, aunque el objeto de ella sea válido o no. Pocas personas entienden cómo funciona la electricidad o la aerodinámica pero la evidencia en torno a ellas demuestra su validez. Cada vez que usamos la electricidad o volamos en un avión, ejercitamos la fe, no una fe ciega sino una basada en las evidencias. Los cristianos actuamos en forma similar, poseemos suficiente evidencia de Jesús y por eso creemos en él.

7. ¿?¿?¿? No importa cuales son las creencias siempre y cuando la persona sea sincera respecto a ellas. ¿?¿?¿?

Después de discutir este punto, un respetado psicólogo me comentó: «Supongo que una persona puede ser sincera con respecto a sus creencias, pero eso no significa que sus creencias sean verdaderas.» (Puede estar sinceramente equivocado). En la década de los sesenta, muchas mujeres ingirieron un medicamento a base de talidomida y creían sinceramente que aliviaría los dolores durante el embarazo. Jamás se imaginaron que pudiera causar severos defectos de nacimiento. Al final la fe es válida si el objeto de fe también lo es. Jesús demostró con su vida, muerte y resurrección que él fue, es y siempre será válido.

Las personas con las que está tratando pueden estar dudando en tomar una decisión porque los cristianos que han conocido no actúan como Jesús. También puede ser que estén enojados con Dios por alguna enfermedad personal, alguna relación arruinada, la muerte de un ser querido o alguna otra aflicción personal. Pídale a Dios paciencia y amor y recuerde la amonestación de Pedro: «santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia» (1 Pedro 3.15).

¡Atrapado en la red! Un examen de la adicción sexual online

La adicción a la pornografía, impulsada por el fácil acceso que Internet nos provee, cada vez está cobrando más víctimas. La iglesia experimenta muchas dificultades a la hora de intervenir en estas situaciones, pero aún así urge una respuesta preventiva y restauradora. (por Carlos Pinto)

Históricamente a la iglesia se le ha facilitado más atender los casos de adulterio entre sus miembros —aunque la forma no siempre ha sido la más indicada— que los de adicción pornográfica ocurridos en la actualidad.

Las iglesias, en su mayoría, indiscutiblemente optan por un proceso de disciplina en casos de adulterio. Pero, ¿cómo debe proceder el consistorio, los ancianos o el pastor cuando algún miembro de la congregación confiesa su adicción sexual a la pornografía que se ofrece en Internet? ¿Se considera un caso de adulterio? ¿Como debería la iglesia prevenir y corregir este hábito que aflige en secreto a muchas personas, parejas y líderes?


Un caso hipotético

Imaginémonos a un pastor exitoso en una iglesia floreciente en algún rincón de nuestra variada región latinoamericana. Llamaremos a este pastor Juan Marcos. Como muchos otros ministros, él ansiaba adquirir una computadora personal para preparar sus sermones y estudios y acceder a Internet desde su casa. Por fin goza de una y puede cumplir esas tareas desde la privacidad de su propio hogar.

Cierto día, mientras buscaba en Internet información acerca de la sexualidad de la vida en pareja, inesperadamente, Juan Marcos se encontró con un aviso promocional de una página que exhibe mujeres muy sensuales en escenas eróticas. Sin saber cómo, se sorprendió a sí mismo navegando en la mencionada página y en muchas otras de igual naturaleza. Cuando se inició, disfrutaba de las imágenes, pero luego se hastió y terminó invadido por sentimientos de culpabilidad y vergüenza.

Ahora, ubiquemos la situación del pastor Juan Marcos en dos diferentes contextos: En el primero, él es miembro de a una iglesia independiente y es el líder máximo de la misma. Su congregación le admira y le tiene en alta estima. Por su naturaleza, en este tipo de congregaciones, frecuentemente no hay parámetros por seguir para proceder en casos de adicción pornográfica. Tampoco gozan de la estructura de una denominación para que regule y, a su vez, ofrezca procesos restaurativos para los líderes que caen en tales conductas pervertidas. Así, el pastor Juan Marcos no se siente motivado para compartir con alguien la adicción pornográfica en la que se ha enredado. Cada domingo actúa como si nada le estuviera sucediendo en su vida íntima y se persuade de que la pesadilla algún día desaparecerá. Valga mencionar que en pocos casos esta fantasía se hace realidad, pero que en la mayoría de personas no logra escapar de tan detestable situación.

Un segundo contexto para ubicar al pastor Juan Marcos es una denominación con larga historia y tradición. El manual de administración pastoral (o los lineamientos de la denominación) incluye una sección sobre cómo disciplinar al creyente o líder que ha incurrido en una falta sexual. En este caso, cuando el consistorio descubre que el pastor es adicto a la pornografía en Internet, se acuerda disciplinarlo, ya que su adicción se considera adulterio —o fornicación—. Le prohíben predicar y, en algunas situaciones, lo apartan del ministerio pastoral. En este contexto, el pastor Juan Marcos percibe como muy dura la disciplina, tanto que le resulta casi imposible someterse a las sanciones impuestas por su denominación y su consistorio. En algunos casos, con mucho esfuerzo y dolor, el pastor es restaurado al ministerio, pero en otros, él termina por retirarse de la congregación y la denominación, sin haber recibido una atención que le dé seguimiento y solución a su problema de adicción pornográfica.

La incompetencia en el manejo del problema solo consigue profundizar en él aún más el sentimiento de vergüenza y dolor, en lugar de proveerle un proceso de restauración. Lo grave de este proceder es que, indirectamente, se fortalece la convicción de que no es conveniente confesar el pecado, porque, de hacerlo, se corre el riego del rechazo y abandono por parte de la congregación. Las personas que no confiesan su pecado aseguran la aceptación de la iglesia, aunque en sus casas y momentos privados experimenten una intensa sensación de soledad.


La raíz del problema

La adicción es, en general, un comportamiento compulsivo y repetitivo que a la persona le resulta difícil controlar. Las causas que originan una adicción pueden asociarse a ciertos tipos de personalidad. Por ejemplo, las personalidades depresivas o impulsivas son más propensas a desarrollar adicciones. Otras explicaciones de origen relacional indican que las personas que crecieron en sistemas familiares represivos, donde existió abuso sexual infantil y no se respetó la intimidad de los integrantes del hogar, podrían tener mayor tendencia a incurrir en adicciones pornográficas.

Algunos psicólogos señalan que la excesiva represión de las conversaciones sobre temas de sexualidad en la familia despierta cierta curiosidad en los hijos. Más tarde, en la adolescencia o adultez, buscan satisfacerla mediante fantasías y deseos sexuales que los sitios pornográficos alimentan agresivamente. Ocurre igual con las parejas que inhiben la expresión sexual. Así se podría propiciar que el cónyuge insatisfecho o reprimido encuentre en la pornografía una alternativa para satisfacer «en secreto» su deseo y curiosidad sexuales. En resumen, la comunicación sobre asuntos sexuales debe ser transparente pero saludable y respetuosa, tanto en las relaciones de familia como en las de pareja. Así se podría evitar el desarrollo de adicciones sexuales.

Finalmente, es importante reconocer que pastores y líderes asumen roles muy agotadores al dirigir la congregación y que, muchas veces, no se sienten gratificados por su labor. A esta carga puede sumársele la crítica constante que sufren por parte de sus ovejas o la queja de sus familiares por su extrema dedicación a la tarea pastoral. Entonces, en condiciones como las mencionadas, si no busca la atención apropiada, el pastor o líder puede sentirse predispuesto a salir al encuentro de conductas auto-gratificantes y así terminar enredado en la adicción pornográfica en la web.

La caída original del hombre rompió su intimidad con Dios y a partir de tan trágico evento de la historia buscamos llenar tal vacío de maneras equivocadas. Es necesario aceptar que los seres humanos tenemos la tendencia a adquirir adicciones como una medida para solucionar conflictos no resueltos, sean intrapersonales o interpersonales. Por tanto, a fin de prevenir la caída de los líderes en la adicción pornográfica es necesaria una vigorosa vida de oración, una apasionada comunión con Dios, un sano balance en el desarrollo de la labor pastoral y una relación conyugal viva y renovada.


Cómo ayudar

Eduque

Una de las mejores herramientas preventivas que la iglesia debe utilizar es la educación y oportuna información. La congregación y su liderazgo deben ser advertidos de los peligros que la Internet posee con respecto a la pornografía y su consecuente adicción. Instruya a la congregación sobre la importancia de colocar la computadora en un lugar visible y eludir así ambientes propicios para acceder secretamente a sitios pornográficos. Provea también asesoramiento para instalar en la computadora filtros diseñados para bloquear el ingreso de páginas web con contenido sexual explícito o de comercialización de estos materiales y en caso de adicción, recomiende no usar la computadora si el nivel adictivo aumenta o ha llegado a ser incontrolable.


Discierna

Debe distinguirse apropiadamente entre el aprecio casual de la belleza del sexo opuesto y el entretenimiento mediante la observación de contenido pornográfico. La industria pornográfica es denigrante, deshumanizante y fomenta el adulterio o la fornicación, pues incentiva el deseo sexual y la lujuria hacia otra persona que no es nuestro cónyuge. Por tanto, es importante reconocer que depender del estímulo de la pornografía para conseguir satisfacción o incremento del deseo sexual no es el medio diseñado por Dios. También es necesario admitir que el uso de material pornográfico resulta un indicador de la presencia de algún otro problema no resuelto, personal o de pareja, que requiere urgentemente un tratamiento.


Establezca programas y políticas

Tanto la denominación como las iglesias deben establecer acuerdos y políticas sobre prevención, tratamiento y restauración de la adicción a la pornografía en Internet. Aunque nos incomode trabajar sobre el asunto, cuando nos enfrentemos ante un caso concreto, tener estas políticas a la mano serán de gran ayuda. Trabajar con el propósito de prevenir es menos engorroso que diseñar un plan de disciplina y restauración para la adicción a la pornografía.

Recordemos que somos pecadores en proceso de santificación, no por nuestras buenas obras ni por merecerlo, sino por la abundante gracia de Dios. Actuemos entonces en justicia y gracia, de igual manera que nuestro Padre Dios nos trata a cada uno, corrigiéndolos y perdonándonos porque su amor es eterno.

Igualmente, mantengamos presente que el propósito final de la disciplina no es ni castigar ni probar que la persona caída estaba errada, sino restaurar su vida para que continúe gozando del perdón y la bendición de ser parte del pueblo redimido de Dios.

9/19/2007

Las obras hablan solas

"Hacemos el bien porque conocemos a un Dios bueno, y hemos sido llamados a compartir su bondad con todos..."

Una pregunta fundamental ¿?
Texto Bíblico base: Lucas 7:18-35


Cristo bien podría haber optado por una serie de explicaciones para darle a los discípulos de Juan la respuesta que buscaba. Sin embargo, escogió otro camino. En el Sermón del Monte había animado a la multitud: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.» Echando mano de este principio ahora, apeló a los discípulos de Juan para que sacaran sus propias conclusiones.


El texto del evangelio nos dice: «En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades, plagas y espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. Respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio.»


Para nosotros es muy difícil entender el peso de la respuesta que provee el Mesías como evidencia de su identidad. Estamos tan acostumbrados a que nuestro testimonio dependa casi exclusivamente de las palabras que apelar a las obras suena como herejía. Otros se enteran que somos «creyentes» —un término que, de por sí, hace hincapié en una respuesta intelectual— solamente cuando se lo decimos. En ocasiones han convivido con nosotros por años sin darse cuenta de que tenemos fe en Cristo. Esto es, en esencia, lo que perturbaba al apóstol Santiago cuando declaró: «la fe, si no tiene obras, está completamente muerta» (2.7).


Seguimos reaccionando, 400 años después de la Reforma, a la doctrina de salvación por obras. En nuestro afán de corregir este error hemos erradicado las obras de nuestra experiencia cristiana. No obstante, las obras son la manifestación visible de la transformación que Dios ha realizado en nuestro interior. Los redimidos estamos involucrados en buenas obras precisamente porque hemos muerto al estilo de vida egoísta e individualista que tanto prevalece en nuestra cultura. Al relacionarnos con un Dios cuyo corazón rebosa con el deseo de bendecir, de hacer el bien, comenzamos a ser contagiados del mismo sentir.


Cristo era la manifestación visible de la pasión del Padre. Se movía entre los ciegos, los cojos, los enfermos, los oprimidos, los desanimados y los pobres, porque esta era una parte esencial de lo que significaba la llegada del reino de los cielos. En sus obras estaba toda la evidencia que necesitaba Juan para estar tranquilo. Del mismo modo, nosotros podemos descansar acerca de nuestro testimonio cuando está respaldado por permanentes demostraciones de amor, compasión y bondad hacia los que están a nuestro alrededor. No estamos hablando aquí de hacer el bien para que la gente se «convierta» Aunque claro que deseamos y anhelamos que conozcan la bondad de Dios. Pues El Señor es quien convertirá y transformará los Corazones de sus criaturas, de nuestros amigos; Para que la relación que fue rota en Edén pueda ser restablecida, y reciban el Regalo de Salvación que Jesús pagó por los pecados de la humanidad. Es necesario que ellos también reciban este Regalo de Amor para que, al igual que nosotros, puedan ser llamados Hijos de Dios. (Juan 1:12)


Más bien se trata de hacer el bien porque conocemos a un Dios bueno, y hemos sido llamados a compartir su bondad con todos los que se nos cruzan por el camino...


¡¡Bendiciones!! ;)

9/10/2007

La Incredulidad de los Creyentes

Por Salvador Gómez Dickson


Al entrar en contacto con las personas, dependiendo de nuestros gustos y susceptibilidades, tendemos a fijarnos en un sin número de cosas. Observamos cómo se visten los demás, sus peinados, si hablan mucho o poco, peculiaridades personales, etc. Aunque podemos decir que la gente se fija en asuntos relevantes acerca de los demás, tenemos que admitir que en la mayoría de los casos no es así. Para percatarnos de esto, basta con echar un vistazo a las secciones de sociedad de los principales medios de comunicación. A veces se le dedica más espacio a un artículo acerca de las extravagancias de un artista que a desastres y calamidades que han tomado la vida de centenares.

¿Cuál era, sin embargo, el tipo de cosas que llamaban la atención del Señor Jesucristo? Si tenemos que mencionar una de estas cosas tendríamos que hablar necesariamente de la fe.

Cuando los amigos del paralítico le bajaron por el tejado, se nos dice que el Señor observó su fe: “Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados” (Lucas 5:20).

Podemos mencionar igualmente aquella ocasión cuando Cristo sanó a la mujer enferma de flujo por doce años: “Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado” (Mateo 9:22).

Encontramos el caso de la mujer cananea. ¿Qué escuchó del Señor? “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres” (Mateo 15:28).

Vemos la pregunta que hizo a los discípulos: “¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?” (Mateo 16:8).

Cuando confrontó a los escribas y fariseos, les recriminó el haber dejado lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe (Mateo 23:23).

Recordemos también a los discípulos en medio del mar en tempestad. De todas las cosas que Cristo les pudo preguntar, la fe tuvo la preeminencia: “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40).

Fue la fe del centurión lo que más le llamó la atención: “Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Lucas 7:9).

Cuando de los diez leprosos sanados, uno regresó dando gracias, lo que Jesús mencionó explícitamente no fue su gratitud, sino su fe: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”

(Lucas 17:19).

Sin duda, la fe ocupa un lugar central en la escala de valores de nuestro Señor.

Por identidad, los creyentes deben estar caracterizados por la fe. Un creyente sin fe sería una contradicción de términos. Sin embargo, la enseñanza de las Escrituras y nuestra honestidad nos llevan a admitir que la presencia de la incredulidad es muy real en los creyentes. Ciertamente es una misericordia divina el hecho de que nuestra salvación no depende de la cantidad de nuestra fe, sino del objeto de la misma.


“La fe más débil justifica. Si tú puedes venir a Cristo y descansar en Él no será en vano… No llegues a pensar que es el vigor de la fe lo que justifica. No, no; nuestra justificación es en Cristo y gracias a su justicia, la cual se recibe por la fe” (Arthur Hildersam).


Ahora bien, habiendo dicho esto, es importante señalar que el deseo de Cristo es que nuestra fe sea fuerte y vigorosa. En varias ocasiones describió a los discípulos como “hombres de poca fe” (Mt.6:30; 8:26; 14:31; 16:8; 17:20). Obviamente hubiera preferido que se caracterizaran por ser hombres de mucha fe. La debilidad en la fe nos expone a ansiedades y temores, a derrotas espirituales y a una vida de oración infructífera.

Los discípulos que iban camino a Emaús estaban muy tristes (Luc.24:17). Humanamente hablando tenían razones para sentirse así. Su maestro había muerto. Pero lo peor era que sus esperanzas habían muerto también. Observemos cómo hablan de sus expectativas en tiempo pasado: “Esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (v.21). Oyen el reporte de que estaba vivo, y no se produce un cambio de actitud en ellos. ¿Qué mensaje tenía Cristo para ellos? “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!” (v.25). El Señor no se limitó a ver la tristeza de sus discípulos, sino que habló de la raíz del problema—la incredulidad o falta de fe.

Si hablamos de un apóstol que dudó en incredulidad, a la mente de todos vendría el nombre de Tomás, y es correcto (Juan 20:24-29). Pero no podemos suponer que los demás no fueron culpables de la misma falta. El Cristo resucitado se dirigió a los once y “les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado” (Mr.16:14).


De todas las cosas que Jesús enseñó acerca de la fe y de la incredulidad, hay tres que quisiéramos destacar:


1. La incredulidad deja al creyente a merced del miedo y el temor.

El temor al futuro es un problema de fe. Es en el contexto del afán de los hombres ante el porvenir que Cristo calificó a sus oyentes como “hombres de poca fe” (Mt.6:30). La ansiedad generada ante la incertidumbre de la vida sólo puede ser contrarrestada por medio de la fe. En la medida en que tenemos nuestra confianza depositada en las promesas del Dios que nunca miente, en esa medida nos libraremos de la ansiedad. ¿Crees de todo corazón en las palabras del Señor cuando dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”? (Mt.6:33). La fe hace la diferencia cuando en condiciones que normalmente incitan al afán y a la ansiedad, vemos al hijo de Dios disfrutar de una paz incomprensible para el hombre natural.

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil.4:6-7).

La fe nos lleva a poner el asunto en las manos del Dios todopoderoso, y si ya está en sus manos, entonces podemos descansar. Esa es la fe en acción.

¿De dónde brotó el miedo de los discípulos en alta mar? Los tres evangelios sinópticos subrayan el punto de que para Cristo el problema fue la falta de fe. “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (Mr.4:40). Lucas destaca el hecho con una pregunta más directa: “¿Dónde está vuestra fe?” (Luc.8:25). Para nuestro Señor la fe debió elevarles por encima de las circunstancias a esperar refugio seguro en medio de la tempestad. Él no está exigiendo de la fe algo imposible de lograr. Esa bendita virtud es capaz de eso y de mucho más. Pero la realidad es que tenemos un problema de falta de fe, de poca cantidad de fe—no tenemos ni siquiera la fe del tamaño de una semilla de mostaza. Es, pues, la fe la solución para muchos de nuestros problemas de temores, dudas y ansiedades. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).


2. La incredulidad aumenta la vulnerabilidad del creyente ante la tentación.

Es muy iluminador observar que cuando el apóstol Pablo describe la armadura del cristiano, la fe desempeña un papel protagónico en la defensa contra los ataques de Satanás. Él habla del escudo de la fe que apaga todos los dardos de fuego del maligno (Ef.6:16), y se refiere a “la coraza de la fe” (1 Tes.5:8) con que podemos permanecer firmes en un mundo de tinieblas. Somos vulnerables; pero la incredulidad nos hace más vulnerables todavía.

El pasaje clave en esto es Lucas 22:31-32. El diablo pidió el poder zarandear a los discípulos en el momento crucial del apresamiento de Jesús. En un instante de tanta tristeza, el enemigo aprovecha para lanzar un ataque demoledor. ¿Cuál era la esperanza? ¿Qué dice Cristo? “Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.” La fe iba a ser ese escudo y esa coraza que defenderían al apóstol.

¿Y nosotros hoy? ¿Cómo podremos tener victoria? Si caemos, ¿cómo podremos levantarnos? La fe es la respuesta. Es el mismo Pedro que, después de describir al diablo como un león rugiente, dice: “Al cual resistid firmes en la fe” (1 Pedro 5:9). Por la fe podemos hacer que sea el León de la tribu de Judá quien luche contra ese león rugiente y maligno. “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4).


3. La incredulidad asesta un duro golpe a la vida de oración del creyente.

La oración y la fe son inseparables. Hablando de la oración eficaz, Santiago nos dice: “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados” (Sant.5:15). Es Dios mismo quien ha colocado la fe como un requisito indispensable. ¿Cómo hemos de obtener sabiduría? El mismo Santiago nos dice que es necesario pedirla con fe.

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor (Sant.1:5-7).

Observe el énfasis: “No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.” Pero Santiago no sacó esta enseñanza del vacío. Es la enseñanza general de la Palabra de Dios. “Confía en Jehová… y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Sal.37:3-4). Es la enseñanza de Cristo en los evangelios.

“Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20-21).

“Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23).

“Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (Marcos 11:22-24).

“Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora” (Mateo 15:28).

El punto es éste: el vigor de nuestra fe tiene mucho que ver con nuestra vida de oración. Dios nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, pero la incredulidad es un obstáculo que nos impide apropiarnos de ellas conforme a la veracidad de nuestro Dios. La falta de fe no honra la fidelidad de Dios. “El que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso” (1 Juan 5:10). Nuestra poca fe nos detendrá de ser atletas dispuestos a luchar con el ángel de Peniel y de expresar: “No te dejaré, si no me bendices” (Gén.32:26). La falta de fe nos lleva a orar, como decía el puritano Thomas Manton, como los muchachos que tocan a las puertas y salen corriendo sin esperar que les abran—como si fuera sólo un juego.

El ministerio de Cristo fue un ataque contundente contra la incredulidad en todas sus manifestaciones. Y es nuestro deber, por tanto, oponernos tenazmente a esa raíz de tantos males. Necesitamos suplicar por medidas cada vez más copiosas de fe y de confianza en Dios. Tener fe en la fe no es el remedio que necesitamos. No son las emociones de la fe las que nos harán vencer. Sólo Dios puede darnos la victoria; sólo en Él debe estar depositada nuestra fe. ¿De cuánta fe es digno el Señor? No nos conformemos con la poca fe que Jesús reprendió en los apóstoles, y procuremos escuchar la misma alabanza que le fue dada a la mujer cananea: “¡Grande es tu fe!” (Mt.15:28).


“La incredulidad es el padre de los pecados y se encuentra en todo pecado. Es el pecado más difícil de dominar y el último en ser mortificado. Sigue a todos los hombres desde la cuna hasta la tumba. Ningún cristiano está libre de su escalofriante influencia. Es el espíritu del mundo. No conoce la vergüenza, pero se burla de Dios, arroja dudas sobre la verdad, niega todo lo que Cristo ha dicho o hecho, escarnece la bondad y convierte el amor en veneno…

La mayor necesidad del cristiano es creer más de lo que ya cree. Creemos en una Biblia Inspirada, pero necesitamos creerlo más. Creemos en la Providencia de Dios; necesitamos creerlo todavía más. Creemos en el Espíritu Santo; necesitamos tener todavía más Fe en Él. Creemos en el Evangelio como el Poder de Dios; todavía no hemos Creído como debiéramos. Creemos en la guía y en la dirección de Dios para nuestras vidas; tenemos necesidad de Creer y Confiar mucho más” (Maurice Roberts, The Banner of Truth, April, 2001, pp.1,4).


A la luz de todo esto que hemos visto, debemos identificarnos con la petición que los apóstoles le hicieron al Señor: “Auméntanos la fe” (Lucas 17:5), y con la del padre del muchacho endemoniado: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Mr.9:24).

¿Es esa tu oración? “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Luc.18:8).

9/07/2007

Confabulación diabólica

Uno de los lugares donde el enemigo ha encontrado presas fáciles es entre los inocentes usuarios de Internet. Disfrazando sus verdaderas intenciones detrás de lo que erróneamente consideramos inofensivas imágenes —el mundo de la pornografía— está produciendo verdaderos estragos en la vida de matrimonios, familias y congregaciones. El artículo nos provee sencillas pautas para que como cristianos nos movilicemos para ofrecer resistencia a esta basura que denigra todo lo bueno y noble en el ser humano.

Una mirada al lado oscuro de la Internet
El león no es el eficiente cazador que muchos creen. Por las leyes de la naturaleza, que mantienen en equilibrio a toda la creación, no sería posible que atraparan a todos los animales a los cuales atacan. En realidad, logran su cometido en menos de cincuenta por ciento de los intentos que realizan. Para reducir las posibilidades de fracaso, entonces, el león debe sumarle astucia a la fuerza y velocidad que posee. La estrategia que con mayor frecuencia utiliza es la de ubicarse cerca de los pozos de agua, donde bajan los diferentes animales a saciar la sed. Este es un momento de muchísimo nerviosismo para los animales, porque la necesidad de beber agua los expone a asaltos por parte de los depredadores de la zona.
El león, agazapado detrás de los pastizales, observa impávido las manadas. No tiene apuro, pues debe seleccionar con cuidado su presa si es que quiere lograr el éxito. Con esa infinita paciencia propia de los felinos, busca identificar dos clases de animales: la primera, aquella bestia que se descuida, baja la guardia mientras bebe del agua o se confía de que no existe ningún peligro a su alrededor. La segunda, la debilitada por alguna enfermedad o por las secuelas de algún combate previo. El hecho es que ambos tipos de animales pueden convertirse en presa fácil porque no están en condiciones de resistirse a la repentina carrera que anuncia la llegada de la muerte.
Si pensamos en esta escena de cacería, las palabras del apóstol Pedro cobran un peso inusitado: «Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.» (1Pe 5.8). El enemigo de nuestras almas echa mano de la misma estrategia: espera agazapado para atacar a aquellos discípulos ingenuos que creen que su salvación les otorga garantía de protección. Mas la exhortación de la Palabra es para que seamos «sobrios y velemos». El concepto que pretende comunicar Pedro es que debemos mantener los ojos bien abiertos, atentos a lo que está pasando a nuestro alrededor. No debemos dudar, ni por un instante, que el enemigo buscará infiltrarse en nuestro medio antes de que tengamos oportunidad de reaccionar.

Uno de los lugares donde el enemigo ha encontrado presas fáciles es entre los inocentes usuarios de Internet. Disfrazando sus verdaderas intenciones detrás de lo que erróneamente consideramos inofensivas imágenes, está produciendo verdaderos estragos en la vida de matrimonios, familias y congregaciones.
Hace apenas una década el material pornográfico se ofrecía casi exclusivamente en negocios ubicados en los lugares públicos de nuestras ciudades. Para acceder a este material, los consumidores de pornografía debían vencer la vergüenza y el temor a ser descubiertos. Hoy ha desaparecido este obstáculo, con el cual muchos se refrenaban. Ahora, en la privacidad de nuestros hogares podemos acceder, en cuestión de segundos, al mundo de la pornografía, un mercado agresivo que pretende captar un público cada vez mayor.

Si le quedan dudas al respecto de esto, lo invitamos a considerar algunos de los siguientes escalofriantes datos, recopilados todos de una variedad de instituciones y organizaciones que combaten este nuevo flagelo:

En el año 2003 ya existían 1,3 millones de sitios pornográficos en el mundo.
En los últimos cinco años, la cantidad de sitios pornográficos se ha multiplicado veinte veces.
Existen 260 millones de páginas pornográficas, mas esta cifra crece a una velocidad alarmante.
En un mes un solo sitio pornográfico recibió más de 32 millones de visitas, todas de individuos diferentes.
La industria de pornografía en Internet genera 1.000 millones de dólares anuales en ganancias. Se cree que llegará a 6.000 millones en los próximos seis años.
La palabra «sexo» es la más usada en buscadores como Yahoo, Google y otros.
El contenido de sesenta por ciento de todos los sitios de Internet tiene una orientación sexual.
Sesenta por ciento de los usuarios de Internet en el mundo emplean esta herramienta principalmente para buscar imágenes eróticas.
Cada semana se agregan más de 20.000 imágenes a la red con escenas de niños en actos pornográficos. Muchos de estos niños son víctimas de secuestros o abuso.
Ha surgido también la opción de mostrar escenas pornográficas que involucran a bebés y criaturas menores de dos años.
Existen más de 100.000 sitios que ofrecen pornográficas infantil, lo cual es ilegal en todo el mundo.
Cuarenta por ciento de las personas arrestadas por comercializar imágenes de pornografía infantil también tienen historias de abusos de menores.
De los adolescentes que usan Internet, setenta por ciento se ha encontrado accidentalmente con sitios pornográficos.
En EE.UU., noventa por ciento de los adolescentes han accedido la Internet en algún momento. Cuarenta y nueve por ciento de ese grupo navega, mínimo, una vez por día y, al menos treinta por ciento accede desde su propia habitación.
En los sitios de veintiséis de los personajes más populares para niños hay vínculos a sitios pornográficos.
En EE.UU., veinticinco millones de adultos pasan entre una y diez horas semanales en sitios pornográficos. Casi cinco millones adicionales pasan más de once horas por semana en este tipo de páginas.
Al menos 200.000 adultos en EE.UU. muestran síntomas de adicción a la pornografía.
Los hombres prefieren las imágenes eróticas dos veces más que las mujeres.
Las mujeres prefieren las salas de chat dos veces más que los hombres.
Setenta por ciento de los hombres y las mujeres con hábitos de visitar sitios pornográficos lo mantienen en secreto.
Una de cada seis mujeres —incluyendo cristianas— luchan con la adicción a la pornografía. De este grupo, más de ochenta por ciento acaban por convertir en realidad sus fantasías sexuales virtuales.
Las mujeres, dice una experta, son más propensas a llevar sus fantasías sexuales al plano de la vida real.
De un grupo de pastores encuestados, cincuenta y siete por ciento afirmó que la pornografía en Internet les resulta una tentación, y treinta y siete por ciento reveló que estaba, en ese momento, luchando con el hábito de visitar sitios pornográficos.
En EE.UU., cuatro de cada diez pastores han visitado, en algún momento, algún sitio pornográfico.
De todos los hombres que asisten a los seminarios sobre integridad en el matrimonio, organizados por Enfoque a la Familia, sesenta y tres por ciento admite haber luchado con la pornografía en el último año. De este grupo, sesenta por ciento está compuesto por líderes en la iglesia y diez por ciento por pastores.
La industria de películas pornográficas produce 6.000 películas por año; es decir, se estrenan 500 películas por mes (125 películas por semana) y la mayoría de estas se vende por Internet.
Seguramente que usted se sentirá profundamente consternado por estos datos. Este es un importante primer paso en la búsqueda de una estrategia frente a este dramático cuadro. No obstante, como cristianos, necesitamos movilizarnos para ofrecer resistencia a esta basura que denigra todo lo bueno y noble en el ser humano. Las siguientes pautas pueden ser un buen punto de partida:

Desechemos, de una vez por todas, la ingenuidad:
Uno de los conceptos más arraigados en la mente de las personas es que este problema no les afecta («eso a mí no me va a pasar»). Empero, debemos saber que los mercaderes de la pornografía utilizan todos los recursos de la computación para atrapar, precisamente, a quienes piensan de esta manera. Valga mencionar que cada vez son más los sitios disfrazados con nombres «de identidades no nocivas» (como Disney, ESPN o National Geographic), y las llamadas «trampas de ratón» que no le permiten al usuario cerrar la página cuando se abre. Absolutamente todo usuario de Internet está expuesto a este peligro, por eso haremos bien en prestar atención a la advertencia de Pablo: «el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1Co 10.12). Si cree que usted y su familia están fuera de peligro, como señaló un pastor, «usted es más santo que David, más fuerte que Sansón y más sabio que Salomón». ¡Recuerde que las presas más fáciles para el león son quienes creen que jamás serán atrapados!

Informemos a la iglesia:
Es nuestra responsabilidad capacitar a la iglesia para enfrentar este problema. ¿Cuántas de las personas que escuchan las predicaciones cada domingo ya están atrapadas por la pornografía? Probablemente cada uno de ellos esté consumido por la vergüenza y la culpa, pero también es posible que otros aún no se hayan dado cuenta de cuán expuestos están. Eso nos hace ver cuán necesario es prevenir al pueblo de Dios y unir al informe de resultados de estudios y encuestas una clara y orientadora enseñanza bíblica sobre el asunto. La Palabra tiene muchísimo que decir acerca del pecado y de cómo vivir en santidad.

Llamemos las cosas por su nombre:
Los sitios de Internet suelen utilizar palabras como «placer, pasión, ardor y encanto» para disfrazar de normales las imágenes que comercializan. Las escenas que se ven, sin embargo, no reciben este nombre en la Biblia. Estas son imágenes de prostitución, abuso, fornicación, adulterio y aberraciones sexuales, las cuales son prácticas abiertamente contrarias a la voluntad de nuestro Creador. Por otro lado, debemos recordar que la pornografía le roba la dignidad a las personas, pues las convierte en objetos de comercio. Piense además, que cada una de esas figuras y representaciones corresponden a una persona que fue creada a la imagen y semejanza de Dios. La felicidad que muestran es solo aparente; no es más que una máscara que oculta corazones urgidos, tanto como los nuestros, de la dulce y vivificante comunión con Cristo.
También es bueno saber que el móvil de la industria pornográfica no es la entretención de las personas sino la codicia desenfrenada de dinero. Durante años, los intentos de regular la producción de películas pornográficas han sido ferozmente resistidos bajo la bandera de la libertad de expresión. Empero, la verdad es otra: nadie quiere perder su participación en una industria que produce ganancias en exceso de $6.000 millones de dólares por año.

Seamos conscientes del proceso del pecado:
El apóstol Santiago describe el proceso por el cual nace el pecado en nuestras vidas (Stg 1.12–15). Para ello, usa la analogía de un embarazo, con lo cual entendemos que ningún pecado es fruto de un acto fortuito. Detrás de cada decisión pecaminosa se gestó, lentamente, una idea en nuestras mentes y, poco a poco, dio a luz una acción. Los fariseos entendían erradamente la lucha contra el pecado; pensaban que consistía en resistirse a la manifestación visible del mismo. Cristo, por el contrario señaló que la batalla comienza con un pensamiento, el cual, muchas veces, parece ser inofensivo. Chatear con «nuevos amigos» puede proveer compañía; mirar «de vez en cuando» alguna imagen un poco subida de tono pareciera ser inocuo. No obstante, son precisamente estas «pequeñeces» las que engendran la semilla que poco a poco socavarán la vida espiritual. Nadie puede jugar con fuego sin, eventualmente, quemarse.

Protejamos a nuestros niños y jóvenes:
Las estadísticas presentadas en este artículo tal vez le hayan hecho notar que los niños y jóvenes son especialmente vulnerables. Y es cierto. De hecho, se sabe que existen personas cuyo único «trabajo» es ganarse el corazón de esta población. Esos individuos intercambian «inocentes» mensajes y de esa forma, introducen sutilmente a los muchachos y pequeños en el mundo de la pornografía. La persona que da a sus hijos acceso ilimitado a la Internet en realidad lo que hace es ofrecerles, a manera de juguete, un arma de fuego cargada. En un estudio se descubrió que ochenta y nueve por ciento de todas las insinuaciones sexuales a jóvenes vinieron por medio de los mensajes instantáneos y de las salas de chat. Muchos adolescentes aprovechan los horarios en que sus padres están ausentes para navegar sin límites. Por ello, los padres deben aprender a poner límites sanos para el uso de la computadora y permitir que sus hijos naveguen solamente cuando ellos están presentes. ¡Si es difícil para los adultos resistirse a este flagelo, cuánto más lo será para los que aún están en plena etapa de formación!

Tengamos cuidado con el ocio:
Resulta útil recordar las condiciones en las que David se encontraba cuando cayó en adulterio: gozaba de un rato de ocio cuando debía haber permanecido con sus hombres en el frente de batalla. Esto nos obliga a considerar que el hecho de estar desocupados es peligroso, porque, como puede ocurrirnos con la televisión, se puede navegar por Internet sin un propósito determinado. Los tiempos de holgazanería son propicios para que comencemos a visitar sitios nocivos, y el peligro se acentúa cuando estamos solos. Entonces, cuando utilice la Internet, que es un recurso sumamente útil para diversos asuntos, hágalo con un objetivo definido y una vez que haya encontrado la información buscada, cierre el programa y dedíquese a algo productivo y edificante. Al igual que José, es preferible huir (y correr con la posibilidad de que nos consideren cobardes) que pecar y hacer un gran mal contra Dios (Gn 39.9).
Esto es particularmente importante para las mujeres, especialmente aquellas que se sienten solas y abandonadas. Muchas buscan nuevas amistades en las salas de chat para compartir intimidades de su vida personal, pues estas personas virtuales son, aparentemente, increíblemente «comprensivas». Sin percatarse de lo que está pasando, acaban por enredarse en alguna aventura amorosa. No deben por tanto, ignorar que la otra persona también está huyendo de la soledad y el aburrimiento y solo es cuestión de tiempo antes de que la relación pase a otro plano.

Evitemos el aislamiento:
Muchas de las personas que quedan atrapadas por el sexo virtual no pueden salir porque se sienten sumamente avergonzados por su adicción. Si están casados, o tienen ministerios en la iglesia, los carcome la culpa, pues erróneamente creen que solamente ellos han caído «tan bajo» y no disciernen que es precisamente esta soledad la que los tiene atados. Hemos sido creados para caminar acompañados y el buscar resolver nuestros problemas solos es contrario al plan de Dios. Aun nuestro arrepentimiento más profundo no llevará el fruto esperado si no nos acercamos a quienes pueden ayudarnos. Ahí es donde entra en acción la iglesia con su función de restaurar, con espíritu de mansedumbre, a quienes han caído, siempre mirando cada uno a su propia vida, no sea que también sean tentado (Ga 6.1).
¡No luchemos solos! Unamos nuestros corazones en un mismo espíritu, decididos a no solamente dar pelea, sino a seguir trabajando para que el reino de los cielos continúe avanzando, hasta que las puertas mismas del infierno cedan. Con Cristo, ¡somos mayoría!

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Por Apuntes Pastorales, volumen XXII, número 3.